Redadas del ICE en Puerto Rico: una muestra más del régimen imperialista

Por Isabelino Montes

Está semana Puerto Rico fue nuevamente escenario de la brutalidad del régimen imperialista: redadas del ICE en Barrio Obrero, una comunidad obrera e histórica de San Juan y un arresto en restaurante en Carolina. Jennifer González, quien aseguró que las redadas de inmigrantes no se aplicarían en la isla bajo el nuevo mandato de Trump, ha quedado expuesta como una figura incapaz de representar algo más allá de los intereses coloniales estadounidenses. Este suceso no es una anomalía; es una manifestación clara de que Puerto Rico continúa siendo una colonia sin control sobre su destino político ni económico, donde el teatro electoral es una farsa para perpetuar la subyugación.

Mientras países como Colombia, Brasil y México se enfrentan a las políticas inhumanas de Estados Unidos, el gobierno colonial puertorriqueño guarda silencio. Con un supuesto Comisionado Residente, Pablito Hernández, incapaz de alzar una voz real por los derechos de los inmigrantes dominicanos, haitianos y colombianos que trabajan y viven en la isla, queda claro que no existe poder alguno que nos proteja. En las redadas de Barrio Obrero, personas sin antecedentes criminales, fueron detenidos y expuestos al pánico colectivo de forma indiscriminada. Muchos de ellos llevan años desempeñándose en las labores más duras, siendo explotados por un sistema que los margina al carecer de papeles.

En Estados Unidos, la barbarie no se detiene. En Nueva Jersey, un veterano puertorriqueño que trabajaba como gerente en una fábrica de mariscos fue arrestado en una redada, demostrando el carácter despiadado de estas políticas.

Pero, ¿qué nos revela este panorama? Nos recuerda que el bipartidismo entre republicanos y demócratas no es más que un instrumento del capital. A quienes justifican estas redadas culpando a los votantes de Trump, habría que recordarles que los demócratas tuvieron cuatro años con Biden-Harris y no adelantaron ninguna reforma migratoria. Barack Obama, durante sus ocho años en el poder, ejecutó la mayor deportación masiva en la historia de Estados Unidos. Los demócratas no son menos cómplices; son simplemente otra cara del mismo sistema que oprime a la clase trabajadora.

Los inmigrantes, en lugar de ser una carga, son la base del desarrollo económico en Puerto Rico y Estados Unidos. Criminalizarlos y promover narrativas falsas solo fomenta la división dentro de la clase trabajadora, ocultando el verdadero problema: un sistema capitalista decadente que genera miseria y desigualdad. La administración de Trump, aferrada a un modelo económico obsoleto, utiliza la división y el racismo para mantener un orden insostenible. Los inmigrantes, lejos de ser responsables del colapso económico, son quienes ocupan los trabajos que nadie más quiere realizar, mientras el sistema capitalista colapsa bajo su propia avaricia.

Trump supo manipular estas divisiones para ganar votos latinos, apelando al miedo y a la precariedad laboral. Sin embargo, esta elección no refleja apoyo real al sistema, sino desesperación ante la falta de opciones políticas. Los demócratas tampoco ofrecen alternativas concretas, y ambos partidos perpetúan un sistema que beneficia únicamente a las élites capitalistas.

La respuesta no puede limitarse a la indignación. Ya en Estados Unidos, grupos comunitarios han comenzado a organizarse para resistir estas redadas. En Puerto Rico, el desafío es igual: una iniciativa inmediata puede ser comenzar a formar Comités de Trabajadores y de Barrios de manera permanente en PR y EE.UU para defender nuestros derechos y resistir las injusticias de un sistema político que no nos representa.

La clase trabajadora internacional tiene el deber histórico de unirse contra las políticas discriminatorias de los representates del régimen capitalista. Este sistema, que expulsa a millones de personas de sus países de origen, genera las condiciones de explotación que vemos hoy. Los monopolios concentran la riqueza en pocos países, dejando a las naciones más pobres dependientes de su poder. Es nuestra responsabilidad construir una solidaridad internacional que enfrente al imperialismo y al capitalismo.

¡Por la unidad de la clase trabajadora internacional! ¡Abajo las políticas discriminatorias del régimen capitalista! ¡Contra el imperialismo y por un mundo donde la dignidad de los trabajadores/as no sea pisoteada!

Previous
Previous

Trump y Jennifer González: Una alianza peligrosa contra los fondos federales

Next
Next

UPR en jaque otra vez: el desmantelamiento de la educación pública como reflejo de un modelo en crisis