Plan de Manejo de Vegetación de Luma: Entre Análisis Científico y Análisis de Clase

por Isabelino Montes

El plan de manejo de vegetación presentado por Luma Energy a FEMA ya ha comenzado a ejecutarse, desatando preocupaciones en la comunidad científica y en sectores del activismo ambiental en Puerto Rico. Desde junio, Luma Energy anunció que empezaría a talar malezas y material vegetativo para abrir paso y dar mantenimiento a las líneas de distribución eléctrica del país. En un entorno tropical como el de Puerto Rico, el sistema eléctrico está rodeado de vegetación y zonas de gran valor ecológico.

Durante años, expertos en el sistema eléctrico han advertido que la vegetación es uno de los principales problemas que provocan fallas y apagones constantes en el país. La falta de mantenimiento ha complicado aún más la situación, reflejando las dinámicas capitalistas que revelan las contradicciones inherentes a cualquier área de producción de mercancías.

El plan de manejo de vegetación, lejos de estar orientado a preservar el ecosistema de Puerto Rico, se traza desde una perspectiva de reproducción de mercancías. Luma Energy ha comenzado la ejecución del plan en sectores privilegiados de San Juan, utilizando los $16,336,005 aprobados por FEMA. Sin embargo, la agencia federal no ha desembolsado el restante debido a la falta de información en el plan de vegetación de Luma Energy.

Una primera crítica es que el plan está en inglés, lo que evidencia el alejamiento de Luma Energy del pueblo puertorriqueño. El Dr. Ariel Lugo, experto en vegetación de Puerto Rico, ha señalado que los problemas de vegetación son antiguos y que el gobierno y la ciencia van por caminos separados. Según Lugo, el plan presentado por Luma es irrelevante, ya que no contempla la realidad vegetativa de Puerto Rico.

El plan de Luma no reconoce las 750 especies de árboles presentes en Puerto Rico, de las cuales 550 son nativas. Muchas de estas especies pueden alcanzar una altura que llega a las líneas eléctricas. Al revisar la lista creada por Luma en su plan, notamos que incluye menos de 50 especies, lo que denota una elaboración deficiente. La información proporcionada refleja una falta de interés evidente y una mediocridad en la planificación. El plan no ofrece detalles concretos sobre cómo se logrará la eficiencia en el trabajo productivo, sugiriendo una falta de compromiso y profesionalismo en su elaboración.

En una conferencia de prensa, el vicepresidente de Luma declaró: "vamos a acabar con todos los árboles". Esta afirmación es extremadamente preocupante debido a su falta de claridad y precisión. Desde 2022, Luma ha despejado 5,500 millas de líneas eléctricas, pero no ha especificado claramente cuáles árboles eran realmente necesarios talar. Esta falta de transparencia genera inquietud sobre la eficiencia en el mantenimiento del sistema eléctrico y la gestión ambiental.

El sistema eléctrico de Puerto Rico es complejo, y Luma cuenta mayormente con agentes de negocios en su plataforma de trabajo. En el plan de vegetación, los arbolistas y técnicos ocupan la capa más inferior de la estructura organizativa. La burocracia implicada en este proyecto ha hecho que el gobierno sea irrelevante. FEMA posee información que Luma no presenta en el plan, y Luma se comunica más con FEMA que con el gobierno local debido a la disponibilidad de fondos.

El Dr. Lugo ha señalado que continúa la costumbre de delegar poderes a empresas privadas, afirmando que "entre FEMA y la Junta son los que deciden". El problema del despeje de árboles en las zonas eléctricas no es nuevo, y los trabajadores de la AEE lo denunciaron constantemente. Esta lógica de operación capitalista ha persistido desde que la corporación era pública, con el gobierno colonial actuando como intermediario para los empresarios de monopolios capitalistas de la energía eléctrica.

El plan de manejo de vegetación de Luma no contempla las necesidades sociales de un buen servicio, ya que busca reducir los costos de producción para acumular riquezas en manos de los capitalistas que ahora controlan la empresa. El sistema eléctrico y su mantenimiento no pueden aislarse del orden económico actual, y es estéril seguir argumentando que el problema es únicamente administrativo. Las verdaderas raíces del problema residen en la lucha entre el capital y el trabajo asalariado.

La subcontratación de Luma y los salarios exorbitantes en su estructura directiva muestran la anarquía económica de su operación, así como la desorganización inherente a la naturaleza capitalista. Luma ha subcontratado numerosas empresas con salarios ridículos en el área gerencial, creando un ambiente hostil para técnicos y trabajadores. Esto pone en peligro la seguridad laboral y muestra la falta de planificación para contar con el personal necesario.

Puerto Rico, dependiente de fuentes de energía y con un entorno complejo para desarrollar un buen sistema eléctrico, no podrá operarlo eficientemente sin liberarse de las ataduras de las ganancias privadas esperadas. La reproducción de riquezas choca con la provisión de un buen servicio, y bajo este esquema continuarán los apagones.

En este punto crucial de lucha social, es importante considerar una visión de clase. La producción de energía eléctrica es un asunto social, y existen diversas posiciones ideológicas respecto a su defensa y mantenimiento. Por un lado, están los sectores que critican el plan de manejo vegetativo de Luma porque afecta sus negocios, propiedades y aspiraciones empresariales. Por otro lado, está la mayoría de la población que trabaja por un salario y necesita del servicio eléctrico para subsistir.

En esta contemplación de la sociedad dividida en clases, debemos integrar el conocimiento científico de los intelectuales y activistas ambientales. Ignorar esta realidad limita el verdadero progreso social. Cuando Luma remueve árboles en áreas privilegiadas, enfrenta oposiciones comunitarias que defienden sus bienes, lo cual tiene una connotación de clase importante.

Sin embargo, en las comunidades obreras y empobrecidas, las personas agradecen los servicios de Luma, ya que sus necesidades son urgentes. Esta diferencia en necesidades de subsistencia debe ser atendida para evitar desviar la lucha política. Las comunidades obreras buscan resolver el problema porque es una cuestión de vida o muerte para ellas.

Muchos trabajadores de Luma viven en estas comunidades necesitadas, pero soportan la opresión de la empresa y la falta de planificación que los pone en riesgo. Trabajan en comunidades privilegiadas mientras saben que sus propias comunidades quedan en segundo plano.

El asunto requiere una contemplación de la división de clases en la sociedad. Ignorar esto no beneficia ni a la ciencia ni al activismo ambiental progresivo. Es necesario constituir comités de trabajadores y de barrio que incluyan a trabajadores de Luma Energy y antiguos empleados de la AEE. No solo para que entren en el campo laboral, sino para ampliar la democracia en la administración de la corporación, en base a los intereses de la clase trabajadora y el pueblo en general.

La lucha no es contra los trabajadores de Luma, muchos de los cuales son antiguos empleados de la AEE que no tuvieron otra opción que seguir trabajando tras la privatización de la corporación.

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