Obscuridad en Puerto Rico: La Miseria Impuesta por los Capitalistas de LUMA y Genera"

Por Manuel Colón

La pregunta que una vez planteó Betances sigue vigente: ¿qué les pasa a los puertorriqueños que no se rebelan? ¿Cuánto más puede tolerar un pueblo sometido a abusos, corrupción y desprecio hacia su dignidad y su vida misma?

Hoy, 31 de diciembre, el archipiélago entero se encuentra a oscuras. En la víspera de Año Nuevo, un día que debería ser de reunión familiar y descanso para la clase trabajadora, Puerto Rico enfrenta un apagón masivo. Neveras llenas con los preparativos para las cenas de fin de año corren el riesgo de vaciarse por la pérdida de alimentos. Familias se ven obligadas a gastar sus escasos recursos en generadores eléctricos, mientras negocios cerrados, centros comerciales paralizados y escasez de hielo en algunos pueblos agravan la crisis. Las largas filas en las gasolineras evocan los días de preparación antes de un huracán, dejando un panorama sombrío.

El impacto del apagón no se limita a los hogares. Los pequeños comerciantes, quienes ya luchan por subsistir, enfrentan pérdidas incalculables. Este colapso energético tiene responsables claros: Luma Energy, sus aliados en el gobierno y los defensores de la privatización que han sumido al sistema eléctrico en la decadencia.

Según Ángel Figueroa Jaramillo, líder de la UTIER, la avería ocurrió a las 5:35 am debido a un fallo en el sistema de transmisión operado por Luma. Un cable soterrado de 230 kV en el Centro de Transmisión de Costa Sur colapsó, desactivando unidades clave como Costa Sur 5 y 6, así como EcoEléctrica, dejando al país en penumbras. Las promesas de Luma de restablecer el servicio en 48 horas no compensarán las pérdidas materiales ni devolverán la tranquilidad a las familias afectadas.

Mientras tanto, el gobernador saliente Pedro Pierluisi y la recién electa Jennifer González emiten mensajes de indignación vacía. Ninguno se atreve a señalar a los verdaderos responsables: el modelo neoliberal y colonial que prioriza los intereses de empresas como Luma Energy y GeneraPR sobre el bienestar del pueblo.

Jennifer González, lejos de romper con esta dinámica, refuerza la dependencia en los monopolios del gas natural estadounidense. Al aprobarse nuevos proyectos de generación en manos privadas, se perpetúa el desastre energético heredado del bipartidismo y la privatización de la AEE, ignorando el sufrimiento de la clase trabajadora.

Esta noche, Puerto Rico no solo despedirá el año, sino que enterrará una vez más la esperanza de justicia en un sistema que garantiza impunidad a los ricos mientras exprime a la clase trabajadora con tarifas eléctricas cada vez más altas, ya que entrando el año 2025 se espera un aumento del 9.5% en la tarifa de energía eléctrica para satisfacer las necesidades de lucro de los privatizadores. Este incremento, que recaerá sobre las espaldas de las familias trabajadoras y los pequeños comerciantes, evidencia cómo las políticas de privatización priorizan el enriquecimiento de unos pocos a costa del empobrecimiento del resto, perpetuando un modelo insostenible que estrangula cualquier posibilidad de progreso para el pueblo.

Por si fuera poco, este aumento es solo una parte de un sistema energético en crisis. Con un modelo diseñado para perpetuar el dominio de las corporaciones privadas, se desincentivan soluciones sostenibles como la energía solar comunitaria, mientras se continúa construyendo infraestructura dependiente de combustibles fósiles. Este retroceso no solo impacta los bolsillos de los puertorriqueños, sino también el futuro ambiental del archipiélago, que enfrenta amenazas cada vez mayores por el cambio climático.

La situación exige algo más que resignación. Que la oscuridad que hoy envuelve al país no sea solo símbolo de opresión, sino el preludio de una lucha decidida por el fin del saqueo. La pregunta de Betances persiste, pero debe ser respondida con acción: ¿qué les pasa a los puertorriqueños que no se rebelan? Las esperanzas no pueden descansar en figuras externas como Eliezer Molina; el pueblo ya ha comenzado la fiscalización. Ahora, ¡es momento de encender la chispa de la rebelión y tomar las riendas de su destino!

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