Luma Energy Deja en la Oscuridad a Puerto Rico: Sin Pronósticos Claros tras Tormenta Ernesto


por Isabelino Montes

No podemos seguir confiando en la 'buena voluntad' de los inversionistas y sus representantes políticos, cuyas prioridades están alineadas con sus propios beneficios económicos, no con las necesidades del pueblo.

La tormenta Ernesto azotó gran parte de Puerto Rico, dejando tras su paso un rastro de destrucción que, aunque menor en comparación con otros fenómenos naturales, ha puesto en evidencia la fragilidad de la infraestructura eléctrica del país. Las zonas más afectadas incluyen Vieques, Culebra, el área este, la zona metropolitana, y partes del sur como Ponce y Cabo Rojo. Áreas centrales como Aibonito, así como el oeste en Mayagüez, también sufrieron severas consecuencias. Vientos fuertes, inundaciones, desbordamientos de ríos, derrumbes, y la interrupción del servicio eléctrico para más de 700,000 personas, son solo algunos de los daños reportados.

A pesar de que la tormenta Ernesto no representó una amenaza significativa, sus efectos han dejado al descubierto una preocupante realidad: la incapacidad del sistema eléctrico bajo la gestión de Luma Energy para responder adecuadamente en situaciones de emergencia. Los alcaldes de distintos municipios han expresado su frustración por la falta de comunicación y la inacción de Luma, señalando que no se les ha proporcionado información clara sobre los planes de emergencia de la empresa.

Esta ineficiencia no es algo nuevo. Desde que Luma asumió el control de la red eléctrica de Puerto Rico, su gestión ha sido objeto de críticas, especialmente en lo que respecta a la transparencia y la eficacia de sus operaciones. Los resultados hasta ahora confirman lo que muchos temían: los intereses económicos de Luma prevalecen sobre la necesidad de brindar un servicio eléctrico confiable en situaciones de emergencia.

En su primer año de operaciones, Luma cobró $115 millones, superando las expectativas iniciales de $100.6 millones para el año fiscal 2021-2022. Las proyecciones para el año fiscal 2025 apuntan a ingresos de $135 millones, una cifra que, a juzgar por el historial de la empresa, parece alcanzable, especialmente ahora que los fondos federales de emergencia (FEMA) han sido activados tras la tormenta Ernesto.

Sin embargo, mientras Luma sigue aumentando sus ganancias, la calidad del servicio que ofrece va en detrimento. A pesar de que Ernesto fue una tormenta tropical relativamente débil, más de 728,000 abonados quedaron sin electricidad, afectando a aproximadamente 2 millones de personas. Las principales líneas de transmisión de 115 y 230 kilovoltios (kV) en zonas clave como Yabucoa, Humacao, Ponce y Manatí quedaron fuera de servicio. La mayoría de estas interrupciones se debieron a la falta de mantenimiento y poda de árboles, un problema que los trabajadores de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) organizados en la UTIER habían señalado con antelación.

El gobierno, en su afán por privatizar los servicios, hizo caso omiso a estas advertencias, subcontratando a empresas privadas para el mantenimiento de la red eléctrica, un proceso que culminó con la llegada de Luma. Ahora, con la tormenta Ernesto como telón de fondo, la isla se enfrenta a la cruda realidad de que, a pesar de las millonarias inversiones y promesas de mejora, el sistema eléctrico sigue siendo vulnerable.

Luma no ha ofrecido un pronóstico claro sobre cuánto tiempo tomará restablecer el servicio. Sin embargo, lo que queda claro es que, en un escenario donde la tormenta ni siquiera tocó tierra, la magnitud del apagón es inaceptable.

Es momento de cuestionarnos: ¿Qué ha hecho Luma con los miles de millones que se le han pagado en los últimos cuatro años? ¿Qué hará el gobierno con el plan de manejo de vegetación mediocre que Luma presentó? ¿Por qué Luma sigue manteniendo su contrato millonario?

No debemos olvidar que el contrato con Luma nos cuesta cientos de millones de dólares anualmente. Y mientras la AEE siga bajo el control de los partidos políticos burgueses, sus intereses estarán subordinados a los negocios de la clase capitalista. No podemos seguir confiando en la "buena voluntad" de los inversionistas y sus representantes políticos, cuyas prioridades están claramente alineadas con sus propios beneficios económicos, no con las necesidades del pueblo.

Es imperativo que los trabajadores y trabajadoras nos organicemos en comités para tomar el control del sistema eléctrico. Ex empleados de la AEE junto con los actuales trabajadores de Luma deben unirse para crear una fuerza administrativa y ejecutiva verdaderamente democrática y progresiva. No podemos aspirar simplemente a tener representantes en la Junta de Gobierno; necesitamos organismos políticos obreros que pongan en marcha la capacidad de dirección ya comprobada de la clase trabajadora. Solo así podremos garantizar un servicio eléctrico eficiente y al servicio del pueblo, no de los intereses capitalistas.

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