La UTIER promueve la formación política luego del evento electoral en Puerto Rico
Por Isabelino Montes
La clase trabajadora ha empleado diversas formas de lucha a lo largo de la historia, y las elecciones son solo una de ellas. Pero, ¿por qué debemos conformarnos con ser acorralados cada cuatro años en un ciclo electoral que únicamente beneficia a los capitalistas, aquellos que viven de nuestro trabajo diario?
En su reciente programa Energizando los Miércoles, la Unión de Trabajadores de la Industria Eléctrica y Riego (UTIER) ha lanzado un llamado contundente: no dejemos pasar este momento, comencemos a organizarnos. Este mensaje no debe ser ignorado por la clase trabajadora ni por la militancia de la UTIER, pues reconoce una verdad esencial: el Estado tiene un carácter de clase profundamente definido, y sus elecciones responden a los intereses de quienes dominan económicamente, la burguesía y los capitalistas. Los medios de comunicación, que se presentan bajo una falsa neutralidad, operan como instrumentos de control ideológico, desprestigiando a quienes cuestionan el poder capitalista y sirviendo a los intereses empresariales. Esto deja en claro que, en una sociedad dividida en clases, ningún aspecto es realmente neutral.
En las recientes elecciones en Puerto Rico y Estados Unidos, los medios favorecieron abiertamente a figuras como Kamala Harris y, en Puerto Rico, a la Alianza. Incluso, artistas influyentes y podcasteros reconocidos en la isla apoyaron al candidato de la oposición, Juan Dalmau. Pero, ¿qué sucedió para que ahora los mismos sectores se alineen detrás de un independentista como Dalmau? En un contexto donde el bipartidismo en Puerto Rico está desgastado, la propia burguesía se vio afectada, y la Alianza logró ocupar espacios inéditos en medios de comunicación, que le permitieron expresarse de forma nunca antes vista. Sin embargo, esta apertura mediática contrasta brutalmente con el trato recibido por los trabajadores de la UTIER y otros líderes obreros, quienes fueron deslegitimados cuando alzaron su voz contra las injusticias. La prensa se lanzó contra ellos al unísono, alineándose con los intereses de los capitalistas y sus políticos.
¿Por qué ocurre esto cuando la clase trabajadora intenta hacer oír su voz y resistir? Este trato desigual desenmascara la realidad detrás de nuestra “democracia”. El bipartidismo controla el aparato del Estado y subordina a los medios de comunicación, que se mueven al compás de los billetes. Aunque se presenten como neutrales, los medios están cargados de una ideología al servicio de los capitalistas.
Frente a estas estructuras preestablecidas por la burguesía, el programa Energizando los Miércoles, financiado con aportes de los propios trabajadores, representa una lucha clara. La UTIER lucho contra los intereses de la burguesía tratando de detener la privatización de la AEE y en ocasiones quedó sola en esa lucha. Una postura que demuestra cómo los intereses de clase separan a la UTIER de la Alianza, que en lo más profundo la verdad es que está última no representa una amenaza real para las fuerzas políticas que sostienen el dominio capitalista y el control imperialista de EE.UU. sobre Puerto Rico.
El bipartidismo ha gobernado fingiendo servir al pueblo, y cada vez más personas reconocen esta farsa. Mientras tanto, la Alianza, que se presentó como una alternativa que “rompería con el sistema”, adoptó una postura tibia y contradictoria al respaldar figuras como Nydia Velázquez y Alexandria Ocasio-Cortez, congresistas del Partido Demócrata —el mismo partido que impuso la Junta de Control Fiscal en contubernio con el Partido Republicano—, evidenciando que no están dispuestos a desafiar el orden establecido.
Así, tanto el bipartidismo como la Alianza alimentan el mismo sistema capitalista, legitimando cada cuatro años un régimen que oprime a la clase trabajadora y perpetúa un ciclo de falsas esperanzas y desilusiones. Podemos continuar en esta senda de zigzagueo político, pero para verdaderamente salir de este círculo, debemos entender que nuestra lucha es una lucha de clases. Las experiencias acumuladas demuestran que los intereses de la clase trabajadora son opuestos a los de la clase capitalista y que, mientras permanezcamos atrapados en una democracia que no nos representa, seguiremos girando en el mismo ciclo, pidiendo soluciones a partidos y políticas que han subordinado a la clase obrera por décadas. Esta realidad establece una clara línea de clase, que define el cerco en el que se encuentran las masas trabajadoras, obligadas a participar en una democracia que no les pertenece.
¿Qué pueden saber el reelecto presidente Donald Trump y su aliada en Puerto Rico, Jennifer González, de los verdaderos intereses y necesidades de la clase trabajadora y sus sectores más vulnerables? Ambos llevan mucho tiempo en el poder, y pensar que ahora comprenderán la situación es una ilusión. Este absurdo no es culpa del pueblo que vota cada cuatro años, sino que debemos evaluar nuestras propias fallas como oposición política y las del movimiento obrero, que debe priorizar una organización que vaya más allá de la protesta espontánea en la calle. Si no reconocemos esta carencia, estamos ignorando el carácter de clase que se nos han impuesto y que nos ha oprimido durante décadas.
Estas elecciones, tanto en EE.UU. como en Puerto Rico, han dejado claro que es la clase trabajadora quien debe gobernar y tomar control del Estado. La verdadera democracia es gestionar cada taller y cada comunidad en función de nuestros intereses como trabajadores/as, algo que hacemos diariamente pero que, bajo el actual sistema, solo beneficia al capital. ¿Por qué esperar más? Somos nosotros quienes movemos el mundo con nuestro trabajo.
Una verdadera Alianza es una Alianza de la clase trabajadora. Sin dirección y un programa político bajo los intereses de nuestra clase, cualquier alianza es un cuerpo sin cabeza, como ya se ha demostrado. Este llamado de la UTIER a la formación política representa un paso decisivo para que la clase trabajadora comience a desarrollar una conciencia de clase en las nuevas generaciones. Es un objetivo claro: avanzar en la creación de una democracia en favor de la clase trabajadora, para que no nos reduzca cada cuatro años al voto por partidos burgueses. En esta democracia auténtica, que no se limite a un espectáculo mediático, debemos poner en práctica el conocimiento y organización que aplicamos diariamente en nuestros trabajos, en decisiones colectivas que respondan a nuestros intereses como mayoría de la sociedad.
La juventud desilusionada no debe quedar a la deriva; debe ser atraída hacia la formación de comités de trabajadores/as y comités de barrio en una Alianza obrera a nivel nacional. Esto trasciende la dependencia de artistas y medios de comunicación burgueses. La cual no significa excluir a artistas y figuras que deseen unirse; sabemos que su influencia es relevante, pero nunca será mayor que la de la clase obrera, ni en EE.UU. ni en Puerto Rico.
Si queremos explorar nuevos métodos de lucha, debemos comenzar a organizar cuerpos políticos permanentes de la clase trabajadora, más allá de la protesta en la calle o los tribunales. La UTIER ha apostado por este enfoque y se ha encontrado con un sistema jurídico diseñado para mantenernos subordinados a la clase que nos oprime. Las estructuras del Estado son un callejón sin salida sin fuerza política de la clase trabajadora. En este sentido, el aspecto jurídico tiene limitaciones impuestas por la clase económica dominante, y este fue el caso en las peticiones a la Junta de Control Fiscal para detener la privatización de la AEE, cuando ese orden jurídico fue impuesto precisamente para garantizar los intereses de la burguesía.
Cuando la clase trabajadora pide eliminar el miedo que ejerce la burguesía, se debe refierir también al miedo que nos paraliza como trabajadores organizados. Esta evaluación debe hacerse también dentro de la UTIER, para no ser arrastrados por sectores pequeñoburgueses que aún persisten en espacios de poder jurídico, un terreno cultivado para intereses ajenos a la clase trabajadora.
Eliminemos ese miedo, reconociendo nuestra historia desde una perspectiva de clase, y construyamos una organización política obrera que enfrente de raíz esta realidad histórica. Tenemos el liderazgo y la experiencia; emancipémonos del bipartidismo y de los métodos de lucha obsoletos.
Un frente mediático obrero sería un excelente primer paso, tanto para fiscalizar como para comenzar a organizarnos en luchas concretas en Puerto Rico. Desde Nexo Revolucionario Media, estamos dispuestos a contribuir en este ámbito. Como hemos visto, el pueblo de Puerto Rico ha cambiado, y las contradicciones seguirán creciendo. Frente al dominio de los sectores más reaccionarios del espectro político, la clase trabajadora organizada puede convertirse en la fuerza más poderosa. Solo si nos organizamos al margen de los partidos de la burguesía —tradicionales o “alternativos”— lograremos que la democracia sea nuestra: la democracia de las trabajadoras y los trabajadores.