La Nueva Ruta Energética de EE.UU. y la Burbuja de la Burguesía Nacional: ¿Un Cambio en el Mapa Caribeño?

Por Bianca Morales

Empresarios locales en Puerto Rico, como Atabey Capital dirigida por Rafael Vélez, están aprovechando oportunidades en energía, agroindustria y manufactura en PR y RD. Conscientes del estancamiento colonial, buscan expandir sus intereses globalmente.

La reciente visita del secretario de Estado de EE.UU., Anthony Blinken, a la República Dominicana marca un cambio significativo en la dinámica energética del Caribe. Aunque Blinken llegó con la aparente misión de atender las relaciones de paz entre Haití y RD, en realidad, la visita refleja un interés más profundo en el control del emergente mercado de energía verde en la región.

El presidente dominicano, Luis Abinader, y Blinken sellaron un compromiso para velar por la seguridad regional, un indicio claro del papel estratégico que la República Dominicana está asumiendo para los intereses estadounidenses. Este compromiso se evidenció recientemente con el operativo del gobierno estadounidense que resultó en la confiscación del avión de Nicolás Maduro en territorio dominicano, subrayando la creciente influencia y control de EE.UU. en la zona.

Este nuevo enfoque de EE.UU. en RD pone en tela de juicio el rol histórico de Puerto Rico como centro de comando imperialista en la zona. Mientras RD se posiciona como un atractivo destino para las inversiones, Puerto Rico enfrenta una crisis económica y energética que ha disminuido su relevancia. En 2022, República Dominicana captó aproximadamente 4 mil millones de dólares en inversión extranjera directa, con proyecciones de aumentar a 4.3 mil millones de dólares para finales de 2023. Las inversiones estadounidenses están enfocadas en sectores clave como el turismo, la energía renovable y la manufactura.

Empresas estadounidenses, como AES Dominicana y EGE Haina, están liderando esta ola de inversiones en energías renovables. AES Dominicana ha recaudado 368 millones de dólares para expandir su portafolio de energías renovables, incluyendo la planta solar Bayasol de 50 MW, y está desarrollando más plantas solares en la provincia de Peravia. EGE Haina, con participación estadounidense, está desarrollando una planta solar de 80 MW en la provincia de Santiago. Además, el presidente dominicano ha propuesto vender energía a Puerto Rico a través de un cable submarino, un giro dramático dado que antes Puerto Rico se veía como el proveedor de energía en el Caribe.

Este cambio de interés revela una preocupación subyacente: tanto en RD como en PR, el interés de los capitalistas no es servir a las necesidades energéticas de la población, sino explotar el mercado. En República Dominicana, la población de sectores marginados enfrenta apagones constantes, mientras que áreas privilegiadas como hoteles y urbanizaciones de lujo permanecen iluminadas. Según Edenorte, una de las empresas distribuidoras de electricidad, la frecuencia de apagones aumentó en un 95.68%, alcanzando un promedio de 36 apagones al mes por cliente en junio. Edesur y EdeEste también registraron aumentos significativos en los cortes de energía.

Puerto Rico, por su parte, ha lidiado con una crisis energética prolongada, dejando a sus habitantes frecuentemente sin electricidad. En este contexto, las inversiones de EE.UU. en el sector energético en RD están destinadas a maximizar ganancias a través de la exportación, sin abordar las necesidades fundamentales de las poblaciones afectadas por la falta de planificación capitalista.

En cuanto a Puerto Rico, empresarios locales están moviéndose para aprovechar estas oportunidades. Atabey Capital, dirigida por Rafael Vélez, es una firma de asesoría en capital privado con inversiones en energía, agroindustria y manufactura, tanto en Puerto Rico como en República Dominicana. Atabey Capital está detrás del proyecto energético en RD y juega un papel clave en los lazos comerciales entre RD y PR. Esta burguesía nacional, consciente del estancamiento de la colonia, busca expandir sus intereses a nivel global.

Este sector capitalista de Puerto Rico apoya a EE.UU. y busca fortalecer una economía capitalista nacional. Estos inversionistas, que han financiado campañas de políticos como Steny Hoyer y Nidia Velázquez, no tienen inconvenientes con la independencia o la libre asociación, siempre y cuando sirvan a sus intereses de clase.

Es crucial recordar que las ideologías políticas, aunque aparenten ser separadas, están intrínsecamente vinculadas a cuestiones económicas y reflejan los intereses de la clase capitalista, ya sea en Puerto Rico o en la República Dominicana. El bipartidismo en Puerto Rico, con su corrupción arraigada, no se ajusta a las nuevas demandas del capital transnacional. Los capitalistas estadounidenses requieren un entorno más ordenado para sus inversiones, y el bipartidismo en PR representa un obstáculo para estos intereses. De ahí que un proceso de independencia o libre asociación podría ser más conveniente para EE.UU., ya que el estancamiento colonial limita el avance del capitalismo.

En el ámbito electoral, es vital distinguir entre las propuestas de los partidos que realmente avanzan los intereses de la clase trabajadora y aquellos que representan a la burguesía nacional. Los partidos alternativos en PR, como MVC y PIP, aunque parecen ofrecer una alternativa, en realidad representan una radicalización de la burguesía nacional en lugar de una reforma verdadera para la clase trabajadora. La verdadera alianza debe ser entre la clase trabajadora y los sectores marginados para crear acuerdos de producción energética que beneficien a toda la población, en lugar de a los capitalistas que priorizan la venta de energía sobre una planificación económica justa y equitativa.

Las elecciones en Puerto Rico deben ser vistas no solo como una oportunidad para erradicar la corrupción, sino como una lucha entre sectores capitalistas por mantener su poder y estatus. La verdadera transformación requerirá la organización política de la clase trabajadora, más allá del proceso electoral, para lograr una planificación económica que satisfaga las necesidades de toda la población, no solo de los capitalistas que buscan maximizar sus ganancias.

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