La Lucha Obrera Argentina: Un Espejo para Puerto Rico
Por Bianca Morales
La clase trabajadora de cada nación debe asumir la lucha que mejor represente sus intereses y despierte una conciencia de clase capaz de ver el verdadero callejón sin salida que impone el régimen capitalista. Este modelo económico, envuelto en aparentes estructuras democráticas, sostiene contradicciones que ni los partidos reformistas, por más buenas intenciones que tengan, logran superar. Argentina es un vivo ejemplo de esta realidad, con una clase trabajadora que ha sufrido durante años las consecuencias de políticas reformistas. Estas políticas, aunque pudieron ofrecer destellos temporales de progreso, han terminado hundiéndola nuevamente en el lodazal donde la burguesía reaccionaria sigue ostentando el poder.
La reciente elección de Javier Milei en Argentina sorprendió al mundo. Aunque la conciencia de clase entre los trabajadores/as argentinos es significativa, el poder de las políticas de la burguesía liberal y de la pequeña burguesía ha sido suficientemente fuerte para influenciar a las masas, frenando así una organización obrera independiente de estos partidos. Este es el caldo de cultivo perfecto para figuras reaccionarias como Milei.
Sin embargo, las recientes políticas fascistas de Milei han desencadenado una ola de resistencia en Argentina, donde la conciencia obrera se mantiene activa, trascendiendo los resultados electorales. A pesar de que Milei se encuentra en el poder, la clase trabajadora no se ha dejado amedrentar y ha decidido tomar el control de su propio destino. Un ejemplo contundente de esta determinación es la huelga de transporte que ha paralizado el país, dejando fuera de operación trenes, aviones, camiones y barcos.
El sindicato de camioneros, uno de los más influyentes de Argentina, confirmó el inicio del paro en redes sociales, subrayando su oposición a las políticas de ajuste de Milei, las cuales consideran un ataque directo contra los salarios y derechos laborales de los trabajadores. La Asociación de Trabajadores/as del Estado (ATE) también inició una huelga nacional de 36 horas, rechazando las medidas de austeridad que han dejado a miles de trabajadores en la pobreza y afectado duramente a empleados públicos y pensionados.
A esta movilización obrera se unen los estudiantes universitarios, quienes han convocado a una nueva huelga nacional en defensa de la universidad pública, prevista para el 12 de noviembre. Apoyados por sindicatos docentes y no docentes, los estudiantes han denunciado el boicot del gobierno en las negociaciones salariales, subrayando la necesidad de unidad en la lucha. Estas manifestaciones incluyen cortes de calle en el Obelisco el 1° de noviembre, una marcha hacia la Plaza de Mayo y la sede de la Confederación General del Trabajo (CGT), y una reunión en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA el 5 de noviembre, donde se definirán los detalles logísticos de futuras movilizaciones.
La experiencia argentina revela los límites de las estructuras democráticas de la burguesía y el potencial de la clase trabajadora para ejercer el verdadero poder. Puerto Rico, que se prepara para las elecciones del 5 de noviembre, puede ver en las luchas argentinas un reflejo y una advertencia. En esta elección, por primera vez, un candidato fuera del tradicional bipartidismo del PNP y el PPD desafía el statu quo, y la figura de Juan Dalmau se presenta como una esperanza frente al capitalismo parasitario de Wall Street.
Sin embargo, el poder del capital, tanto en Argentina como en Puerto Rico, no será vencido solo con votos. Se requiere una fuerza obrera organizada e independiente de los partidos tradicionales y también de alianzas como la del PIP y MVC. Tal como Argentina enfrenta a Milei, Puerto Rico enfrenta a figuras como Rivera Schatz y a la maquinaria del PNP, que han perpetuado el dominio de intereses reaccionarios. El PPD, en su decadencia ideológica, se ha aliado cada vez más con estos sectores.
Por tanto, ni el PNP ni el PPD deben tener espacio en el futuro de Puerto Rico si se construyen comités politicos de trabajadores/as y comités de barrios que forjen una fuerza política auténtica, capaz de impedir que figuras reaccionarias retomen el poder. Las elecciones son solo un medio, pero la verdadera transformación reside en una clase trabajadora consciente y organizada que construya su porvenir sobre la base de sus propios intereses.