La lucha de clases y la privatización: Cómo el Tribunal, Wall Street y la Junta saquean al pueblo trabajador de Puerto Rico

Por Manuel Colón

La reciente decisión del Primer Circuito de Apelaciones de Boston, que favorece a los bonistas de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE), desnuda el carácter brutal del capitalismo que oprime a Puerto Rico. Este fallo, diseñado para enriquecer a los bonistas de Wall Street y sus aliados locales, cuenta con el respaldo de la Junta de Control Fiscal, LUMA y Genera PR. Es un golpe directo a la clase trabajadora, que deberá asumir tarifas eléctricas más altas mientras los especuladores financieros celebran sus ganancias.

El veredicto, que asegura $8,500 millones para los bonistas a expensas de una AEE colapsada, no es un accidente: es el reflejo de un sistema capitalista estructurado para saquear a la clase obrera. La Junta de Control Fiscal, la verdadera autoridad en Puerto Rico bajo la Ley PROMESA, funge como instrumento de estos intereses. Sus políticas no buscan soluciones sostenibles; su único objetivo es garantizar que los acreedores obtengan su pago, sin importar las consecuencias para el pueblo.

Los trabajadores enfrentan una pobreza energética devastadora. Con aumentos de hasta un 49% en las tarifas eléctricas, las familias no solo cargan con un servicio cada vez más ineficiente y plagado de apagones, sino que además subsidian los dividendos de multimillonarios que jamás han pisado Puerto Rico. Desde que LUMA y Genera PR asumieron el control, la infraestructura eléctrica ha continuado deteriorándose, exponiendo que estas empresas no buscan mejorar el sistema, sino maximizar sus ganancias bajo un modelo que privilegia el lucro sobre las necesidades humanas.

El sistema judicial también está al servicio de estos intereses capitalistas. El fallo de Boston no es una excepción, sino una confirmación de que la justicia, bajo el capitalismo, actúa como un guardián de la riqueza de una minoría parasitaria. La Junta, como brazo ejecutor de los acreedores, perpetúa un régimen de austeridad que destruye la capacidad del pueblo para resistir.

El deterioro del sistema eléctrico no solo impacta a las familias, sino también a los pequeños negocios, que no pueden competir frente a los altos costos. Esto conduce al cierre masivo de comercios, al aumento del desempleo y a una precarización generalizada de las condiciones de vida. Mientras tanto, los bonistas, LUMA y Genera PR celebran su botín, consolidando un sistema de desigualdad extrema que amenaza con destruir el tejido social de la isla.

La UTIER, a pesar de las limitaciones impuestas por las estructuras legales del capitalismo, sigue denunciando este atropello. Han llevado su lucha al tribunal de Boston, aunque este mismo espacio ya había avalado la privatización de la energía. No obstante, la respuesta no se encuentra en estas estructuras jurídicas, controladas por quienes perpetúan el saqueo, sino en la organización independiente de la clase trabajadora.

Es urgente construir alternativas que trasciendan el control de las élites burguesas. La creación de comités de trabajadores/as y de barrio, así como una Alianza Obrera Nacional, es una necesidad imperante. Este cuerpo político debe priorizar la acción directa y la organización desde las bases para recuperar los recursos que pertenecen al pueblo y garantizar un futuro energético sostenible.

En este contexto, la reciente alianza entre el Partido Independentista Puertorriqueño (PIP) y el Movimiento Victoria Ciudadana (MVC) representa una oportunidad para canalizar la indignación popular. Sin embargo, su enfoque actual parece estar más alineado con los intereses de la pequeña burguesía, una clase que, históricamente, ha demostrado ser incapaz de liderar una transformación profunda. Si esta alianza no se orienta hacia las demandas y necesidades de la clase trabajadora, corre el riesgo de convertirse en un actor más del juego político burgués, enterrando aún más las aspiraciones de emancipación del pueblo.

Las estructuras municipales del PIP podrían ser un punto de partida para organizar una resistencia efectiva, pero esto solo será posible si se incorporan sectores clave como la UTIER, cuya experiencia histórica en lucha obrera es esencial para enfrentar las fuerzas que nos oprimen.

La clase trabajadora tiene el conocimiento, la experiencia y el liderazgo necesarios para transformar esta realidad. Pero esta transformación solo será posible si rompemos con el miedo que la burguesía utiliza para paralizarnos. La unidad, la organización y la acción política de la clase obrera son las únicas herramientas capaces de derrotar el saqueo capitalista y construir un Puerto Rico verdaderamente soberano, justo y digno.

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