Kamala Harris: la favorita de Wall Street, frente a un Trump obsoleto y fascista
Por Bianca Morales
En cada aparición pública, Kamala Harris, candidata a la presidencia de los Estados Unidos por el Partido Demócrata, insiste en que representa a la clase trabajadora y en que su campaña está enfocada en defender los intereses de la clase media. Sin embargo, detrás de su discurso se ocultan poderosos intereses financieros: Harris es, sin lugar a dudas, la candidata predilecta de Wall Street, respaldada por una red de multimillonarios con los que ha mantenido vínculos estrechos durante años.
Su historial político, marcado por una postura belicista, ha sido un pilar fundamental para asegurar el apoyo de los empresarios capitalistas, quienes ven en ella a la figura ideal para continuar sus operaciones de saqueo económico en regiones clave como Ucrania, Oriente Medio, Asia y América Latina. Las promesas que Harris ha hecho a estos círculos económicos la posicionan como la favorita indiscutible de grandes empresarios del sector financiero. En un reciente discurso en Pittsburgh, la candidata volvió a ofrecer incentivos económicos a los grandes capitalistas, ante una audiencia que incluía figuras como Mark Cuban y Warren Buffet, este último magnate de los ferrocarriles y uno de los hombres más ricos del mundo.
Lejos de ser la "antítesis" de Donald Trump, la rivalidad entre ambos no es más que una competencia por ver quién puede servir mejor a los intereses del capital. Harris y Trump representan dos caras de la misma moneda, con la única diferencia de que Trump, respaldado por figuras como Elon Musk, intenta resucitar un capitalismo más conservador y aferrado a la industria del siglo XX, mientras que Harris cuenta con el apoyo casi unánime de los grandes capitalistas modernos que cotizan en Wall Street. Esta alineación de fuerzas ha permitido que Harris tome la delantera en las encuestas, donde Trump es visto cada vez más como un candidato obsoleto y desgastado en el escenario internacional.
Pero esta pugna entre Trump y Harris no tiene nada que ver con los intereses de la clase trabajadora. En realidad, ambos se esfuerzan por garantizar el fortalecimiento de la América corporativa, asegurando que las empresas estadounidenses continúen cosechando beneficios récords mientras compiten en una guerra económica global, con China como su principal rival. En su discurso en Pittsburgh, Harris dejó claro que su objetivo es asegurar que Estados Unidos, y no China, domine las industrias clave del futuro, demostrando una vez más que su lealtad no está con los trabajadores, sino con el capital.
La "batalla" entre Harris y Trump se reduce a quién puede bajar más los impuestos a las grandes empresas y ofrecerles mejores condiciones para sus negocios. Mientras Trump representa un capitalismo fascista y anticuado, Harris encarna a una clase capitalista más sofisticada, pero igual de peligrosa para los trabajadores. Los grandes nombres del mundo empresarial que respaldan a Harris, como JPMorgan Chase, Visa, LinkedIn y CVS Health, ya se han dejado ver en los titulares, asegurando que su campaña esté bien financiada para cumplir con las expectativas de los gigantes del capital.
En medio de este circo electoral, la clase trabajadora no tiene nada que ganar. Tanto Harris como Trump representan los intereses de los multimillonarios, cada uno a su manera, pero con el mismo objetivo: perpetuar un sistema que sigue saqueando a las masas trabajadoras y explotando los recursos del planeta. Ante esta falsa democracia, los/as trabajadores/as deben organizarse y rechazar tanto a los candidatos como a los partidos que sólo sirven a la burguesía. Es hora de construir alternativas políticas basadas en los intereses reales de la clase trabajadora, con un programa económico y político que responda a sus necesidades, tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo.