Imperialistas tras las tierras de República Dominicana y Haití: el saqueo de las riquezas naturales

Por Isabelino Montes

El reciente anuncio del secretario de estado de EE.UU Marco Rubio sobre la presencia de tierras raras en República Dominicana sacudió el escenario político y económico del Caribe. Mientras el presidente dominicano insistía en centrar la conversación en Haití, Rubio fue directo al grano: el verdadero interés de EE.UU. no es la crisis humanitaria ni la estabilidad regional, sino la explotación de los recursos minerales estratégicos que se encuentran entre Haití y República Dominicana.

No es una coincidencia. La región caribeña vuelve a estar en la mira de la disputa global por el control de los recursos naturales, una guerra económica en la que los países imperialistas buscan asegurar su dominio. Las tierras raras, compuestas por elementos químicos como el escandio, el lantano, el neodimio y el samario, son fundamentales para la fabricación de dispositivos tecnológicos, desde teléfonos móviles hasta sistemas de inteligencia artificial y armamento avanzado. En este contexto, EE.UU. ve en el Caribe una oportunidad para fortalecer su posición en la guerra económica contra China.

La minería y el dominio del capital extranjero

Para extraer estos minerales, la explotación minera es el medio principal. Sin embargo, la mayoría de la industria minera en República Dominicana está en manos de empresas canadienses, como Barrick Gold y Falcondo. Irónicamente, el expresidente estadounidense Donald Trump ha amenazado con sanciones a Canadá en varias ocasiones, lo que revela la tensión entre capitalistas aliados cuando se trata de monopolizar recursos estratégicos.

EE.UU. ya ha comenzado a preparar su infraestructura para competir en el mercado tecnológico. En Texas, se están desarrollando plantas de manufactura de chips y sistemas de datos con el objetivo de dominar la inteligencia artificial. Hasta hace poco, el litio era considerado la materia prima más valiosa para esta industria, pero la ciencia ha demostrado que otros elementos, como el lantano, pueden ser aún más rentables.

Un descubrimiento reciente en China revolucionó el mercado: se logró reducir la cantidad de litio necesaria en baterías, aumentando el uso de lantano. Este hallazgo provocó una caída del 80% en el precio del litio y reavivó el interés en tierras ricas en lantano y otros elementos clave. Todo indica que República Dominicana y Haití podrían albergar estos recursos estratégicos, lo que explica la repentina atención de EE.UU. en la región.

El modelo de saqueo imperialista: de África al Caribe

África es el ejemplo más claro del impacto devastador de esta lucha por los minerales estratégicos. En la República Democrática del Congo, la extracción de coltán ( mineral metálico que se utiliza en la industria electrónica, especialmente en la fabricación de teléfonos celulares) y otros recursos ha alimentado guerras y masacres, mientras las grandes corporaciones capitalistas se enriquecen. Ahora, el Caribe enfrenta la misma amenaza.

En República Dominicana, senadores han señalado la presencia de litio en Barahona, otro indicio de que el país está en el centro del nuevo saqueo imperialista. Más allá de las cifras millonarias que se anuncian para justificar estas inversiones extranjeras, la realidad es que se trata del mismo mecanismo de explotación de siempre: la extracción de riquezas sin beneficio real para la población local.

China y EE.UU.: rivales y socios en la competencia global

Aunque EE.UU. y China se presentan como rivales en la carrera tecnológica, su relación es mucho más compleja. Ambas potencias dependen mutuamente:

• Empresas como Apple y Tesla ensamblan sus productos en China.

• China necesita tecnología avanzada de compañías estadounidenses como Nvidia e Intel.

• Capitalistas chinos invierten en la industria de chips y recopilación de datos en EE.UU.

Esta fusión del capital chino y estadounidense es contradictoria. Aunque buscan dominar el mercado, la propia estructura del capitalismo los obliga a colaborar en ciertas áreas, incluso mientras luchan por la supremacía. China ha logrado reducir drásticamente sus costos de producción y acumular capital a una velocidad impresionante, lo que amenaza a los industriales de EE.UU. y genera conflictos internos en la élite empresarial.

Este enfrentamiento entre sectores del capital estadounidense, Wall Street y los industriales chinos se traduce en una pugna por controlar las regiones estratégicas del mundo. Es aquí donde entra el Caribe. República Dominicana y Haití no son solo territorios de interés, sino objetivos clave dentro de esta batalla económica global.

El dilema de la clase trabajadora ante el saqueo imperialista

Desde hace décadas, América Latina y el Caribe han sido fuentes de recursos para las potencias imperialistas. Países como Chile y Bolivia han visto cómo sus reservas de litio son explotadas por corporaciones capitalistas con promesas de desarrollo que nunca llegan. Ahora, el mismo modelo amenaza a República Dominicana y Haití.

Los trabajadores/as en EE.UU. deben comprender que el saqueo de estos recursos no mejora sus condiciones de vida en los países pobres. Al contrario, fortalece un modelo económico que solo beneficia a los grandes capitalistas, mientras se recortan derechos laborales y se precarizan empleos. La inestabilidad generada por esta dinámica obliga a miles de personas a emigrar, exacerbando las tensiones sociales tanto en los países expropiados como en EE.UU.

Las políticas de la burguesía imperialista, ya sea bajo Trump o con los democrátas, no ofrecen soluciones para la clase trabajadora. Tanto en el Caribe como en EE.UU., la única salida es la organización de la clase trabajadora bajo un programa político basado en la planificación económica en función de las necesidades de nuestros propios intereses como clase y no del lucro privado.

Así como los capitalistas chinos y estadounidenses fusionan sus intereses para controlar la tecnología y la producción global, la clase trabajadora debe unirse para defender sus recursos y poner la tecnología al servicio de la sociedad. La lucha no es solo contra el saqueo de nuestros países, sino contra el sistema que perpetúa esta explotación.

Previous
Previous

Puerto Rico y República Dominicana: una lucha compartida contra el saqueo capitalista

Next
Next

¡El dinero de los pescadores no es para Wall Street!