Huracán Milton y el tira y jala del bipartidismo democráta y republicano en plena emergencia
Por Bianca Morales
En un país que se autoproclama como la cumbre del progreso, se desata el cuestionamiento: ¿es Estados Unidos verdaderamente una nación avanzada, o simplemente oculta tras un velo que disfraza la cruda realidad de las familias trabajadoras? El huracán Milton, monstruoso y con la mira puesta en Florida, amenaza con dejar a su paso una devastación sin precedentes, y la población, no preparada para un fenómeno de tal magnitud, busca desesperadamente cómo escapar, ya sea a otros estados o, en el caso más extremo, fuera del país. Sin embargo, el alto costo de los vuelos y la ausencia de una planificación efectiva a nivel estatal y federal para evacuar a las personas antes del desastre las deja varadas en una zona de peligro, a pesar de la posibilidad de ser trasladadas gratuitamente a territorios como Puerto Rico.
En medio de este caos, surge una incongruencia grotesca: los mismos estados que organizan traslados masivos y abusivos de inmigrantes hacia ciudades como Chicago y Nueva York, son incapaces de gestionar un plan de emergencia para los y las residentes de las zonas que se verán afectadas en la Florida. Las aerolíneas, amparadas en la impunidad de un sistema que carece de regulaciones estatales, elevan sus tarifas hasta los $3,000 dólares, sin que nadie ponga freno a tal descaro. La pregunta entonces es inevitable: ¿para qué sirven los gobiernos si permiten que las empresas capitalistas pongan en riesgo a la población, confinándola en zonas de peligro? ¿No es este el mismo país que destina aviones y recursos militares para ayudar a Ucrania e Israel, pero que, en su propio suelo, no es capaz de movilizar a su población en una emergencia?
La locura política ha alcanzado tal nivel que, al anunciarse el inminente impacto del huracán, el gobernador republicano de Florida, Ron DeSantis, se negó a comunicarse con el presidente Biden para coordinar un plan de emergencia. El afán electoral ha llegado a tales extremos que DeSantis, en un acto de completa idiotez, prefirió mantener su disputa política antes que priorizar la seguridad de su pueblo. Aunque horas más tarde retrocedió y finalmente decidió hablar con Biden, el daño ya estaba hecho. Queda clara la falta de interés de estos líderes por el bienestar de sus ciudadanos.
Mientras tanto, la vulnerabilidad emocional de los residentes de Florida, aún fresca tras el devastador huracán Helene, que cobró más de 230 vidas en el sureste de EE.UU., se ve nuevamente puesta a prueba. El bipartidismo estadounidense, con su arrogancia burguesa, continúa debatiéndose en su "tira y jala", dejando a las masas trabajadoras expuestas a la furia del huracán. En una reciente entrevista, DeSantis, en un desplante de ignorancia, afirmó que no sabía que la vicepresidenta Harris había intentado contactarlo, lo que demuestra la falta de coordinación y, peor aún, de interés en la vida de los afectados.
Ambos partidos, demócratas y republicanos, se sumergen en su batalla política, mientras la gente se aglomera en los aeropuertos y carreteras, buscando una salida ante la falta de planificación estatal y federal. La misma clase trabajadora a la que estos políticos ignoran, se encuentra atrapada entre la falta de opciones de evacuación y los altos costos que les impiden escapar de la zona de peligro.
FEMA, la agencia federal encargada de la gestión de emergencias, tiene planes de evacuación para los condados más vulnerables, pero la falta de coordinación política ha obstaculizado su ejecución. Florida, con sus más de 400,000 residentes que viven en casas móviles, se encuentra especialmente en riesgo. Estas viviendas, elegidas por muchas familias debido a su asequibilidad, no están preparadas para resistir los embates de un huracán de esta magnitud. La ausencia de un plan estatal que proporcione transporte gratuito, ya sea en forma de vales para gasolina, transporte público o incluso vuelos, pone en peligro a los sectores más vulnerables.
Ante este panorama desolador, muchas comunidades latinas, especialmente los puertorriqueños en Florida, han decidido autogestionarse. Siguiendo el ejemplo de la organización comunitaria que surgió en Puerto Rico tras el huracán María, estas comunidades han comenzado a formar grupos de trabajo para ayudarse mutuamente. Esta respuesta colectiva evidencia que, ante la falta de apoyo estatal, la organización política de las masas trabajadoras es crucial para enfrentar tanto las catástrofes naturales como la precariedad constante que sufren a lo largo del año.
El huracán Milton no solo amenaza con destruir hogares y vidas, sino que expone la podredumbre de un sistema político que, mientras envía aviones de guerra a otros países, es incapaz de poner esos mismos recursos al servicio de su propia población en una crisis humanitaria.