Huracán Helene: un grito urgente por justicia climática
Por Inés Alvarado
La devastación causada por el huracán Helene es un claro recordatorio de la ineficacia de las autoridades para proteger a nuestras comunidades. Este fenómeno natural ha cobrado cerca de 100 vidas y ha dejado a millones sin electricidad, mientras el toll aumentaba a medida que los trabajadores de emergencia llegaban a áreas aisladas por carreteras colapsadas, infraestructura deficiente y una inundación generalizada. Hasta el momento, se estima que alrededor de 600 personas no han sido localizadas, y es posible que algunas de ellas estén muertas.
Helene, que tocó tierra como un huracán de categoría 4, arrasó desde Florida hasta Tennessee, inundando vecindarios enteros y dejando a comunidades como Asheville, en Carolina del Norte, completamente incomunicadas. Con 30 muertes reportadas solo en Buncombe County, y el sistema de tratamiento de agua de la ciudad severamente dañado, los residentes se encuentran sin acceso a agua potable por semanas. La comida y el agua son transportados incluso por mulas, ya que el acceso a las áreas afectadas es extremadamente limitado. Esta crisis no solo revela la fragilidad de nuestra infraestructura, sino también la falta de preparación de nuestras autoridades frente a eventos climáticos cada vez más extremos.
El impacto de Helene nos lleva a cuestionar el sistema que rige nuestras vidas. En comparación, el huracán Beryl, que azotó Houston, causó estragos similares: más de un millón de personas quedaron sin electricidad y 36 vidas se perdieron debido a las altas temperaturas del verano. A pesar de ser la mayor potencia económica, Estados Unidos ha fracasado en proteger a sus comunidades. En ambos casos, los sistemas energéticos han demostrado ser ineficaces ante desastres naturales, dejando a la gente vulnerable en momentos críticos.
Este es un llamado urgente para tomar acción frente al cambio climático. Es evidente que los intereses del capitalismo no priorizan la protección de nuestros recursos ni de nuestras vidas. Las empresas y el gobierno deben asumir la responsabilidad de proteger a nuestras comunidades y a nuestro entorno.
La historia ha demostrado que, si no hay cambios significativos en nuestras políticas y en la manera en que nos preparamos para el futuro, seguiremos sufriendo las consecuencias de un sistema que antepone el lucro a la vida de las personas. La resiliencia de nuestras comunidades no debería depender de la buena voluntad de unos pocos, sino de un compromiso colectivo hacia la justicia climática.
Las figuras políticas como Donald Trump, quien hace un llamado a la violencia de la polícia contra el pueblo son los partidarioa de darle la espalda a la políticas climaticas. Esté canalla teniendo evidencias en cada rincón del mundo sobre está emergencia prefiere manipular con teorías de conspiración está realidad ante el pueblo y sus seguidores. Con está retórica amenaza y violenta de igual forma la seguridad climatica y por tanto, la vida de los que habitamos esté planeta. Quienes nos estinguen tienen nombre y apellido y son los mismos dirigentes políticos que representan los intereses capitalistas y no los del pueblo.
Es hora de exigir que nuestras autoridades y empresas de energía se hagan responsables y actúen con urgencia. La vida de nuestras comunidades está en juego. Ya no se trata de una crisis de unos pocos, sino de un grito unificado por justicia y supervivencia.