Colapsan las políticas internacionales de la burguesía: solo la clase obrera internacional puede detener la guerra
Por Bianca Morales
Las políticas internacionales de la burguesía han llegado a su fin, incapaces de contener las guerras que hoy arrasan grandes zonas estratégicas para los intereses económicos globales. En este escenario de caos, Israel ha violado repetidamente las normas internacionales de guerra, siendo su última transgresión el bombardeo que acabó con la vida de Nasralá, líder de Hezbolá. Sin embargo, lo más alarmante no es su asesinato, sino los ataques indiscriminados sobre áreas civiles.
Las imágenes provenientes de los bombardeos en Líbano muestran el horror: civiles asesinados en masa por los ataques israelíes. Israel no está solo en esta campaña sangrienta, que se extiende por todo Oriente Medio, sino que cuenta con el respaldo directo de Estados Unidos. Aunque el gobierno estadounidense intenta disimular su implicación, sus lazos históricos con Israel lo convierten en cómplice directo de estas masacres.
La prensa no puede ocultar el apoyo irrestricto que Estados Unidos ha brindado a Israel, otorgando al primer ministro Netanyahu una plataforma en el Congreso. Desde este supuesto bastión de la democracia, Netanyahu ha defendido la brutal campaña genocida que ha dirigido en la región. Desde ahí, lanzó su advertencia al mundo: no hay rincón en Irán que el "largo brazo" de Israel no pueda alcanzar. Este "brazo largo" es posible solo gracias a la complicidad de Estados Unidos, que con su falsa democracia también está manchado con la sangre de civiles, no solo en Gaza, sino ahora también en Líbano.
Mientras tanto, la administración de Biden, con Kamala Harris como figura belicista, se regocija en la escalada bélica con Irán. La provocación ha dado sus frutos, y en la madrugada del martes, Irán lanzó un ataque sobre Israel. Estados Unidos, con el objetivo claro de desatar más conflictos en territorios ricos en recursos naturales como el petróleo y el gas natural , ha seguido alimentando las tensiones en la región. Biden ha sido claro en su posición: "Estados Unidos apoya plenamente el derecho de Israel a defenderse contra Hezbolá, Hamás, los hutíes y cualquier otro grupo terrorista apoyado por Irán".
Este conflicto no es aislado. Netanyahu ha señalado que lo que estamos presenciando es una extensión de las guerras imperialistas lideradas por las naciones ricas. Su visión de un "Nuevo Oriente Próximo" es parte integral de la campaña global de guerra impulsada por el imperialismo estadounidense, que también incluye la confrontación con Rusia en Ucrania y la acumulación militar en el Pacífico, dirigida contra China. La muerte de Nasralá ocurre en un momento crítico, cuando Estados Unidos se prepara para utilizar armamento de la OTAN contra Rusia, mientras este último amenaza con recurrir a las armas nucleares.
Tras los bombardeos israelíes en Libano, la respuesta de Irán no se hizo esperar. Netanyahu ahora, fiel a su discurso bélico, luego del ataque de Iran declaró: "quien nos ataque, será atacado". Este es el mismo pretexto que ha utilizado para lanzar ataques indiscriminados sobre Gaza. En nombre del sionismo y como brazo ejecutor del imperialismo estadounidense, pretende continuar masacrando a los pueblos mientras exige que estos permanezcan en silencio ante la destrucción de sus vidas.
Mientrás los misiles caen sobre gente inocente la burguesía internacional y el bipartidismo estadounidense se han centrado en debates superficiales sobre cuál de los bandos tiene "derecho" a defenderse. Sin embargo, la raíz del conflicto en Oriente Medio es clara: el colapso de dos polos capitalistas que luchan por mantener el control de las materias primas que, en realidad, pertenecen a los pueblos y a la clase trabajadora. Estos recursos deben ser gestionados en función de las necesidades humanas, no de los intereses capitalistas e imperialistas.
El conservadurismo religioso y el bipartidismo de Estados Unidos y Puerto Rico no son más que otra expresión del colapso político que imposibilita el avance de la humanidad. Las naciones imperialistas, como Estados Unidos, se aprovechan de estas divisiones para fomentar el odio y la guerra, mientras saquean los recursos de naciones que viven bajo constante amenaza.
La única salida es una política independiente de la clase trabajadora, con un programa político que respete la diversidad y que esté basado en los intereses de la clase obrera. Para ello, es fundamental la solidaridad obrera internacional. Solo unida podrá la clase trabajadora detener la producción económica y militar que sostiene a ambos lados del conflicto. Los trabajadores y trabajadoras, en Estados Unidos y en todo el mundo, quieren paz, y solo podrán conseguirla si dejan de permitir que las riquezas de los pueblos sean saqueadas en nombre de una clase rica y corrupta, que no duda en dividir aún más a una clase obrera ya diversa en sus creencias religiosas.
Solo una clase obrera unida a nivel internacional puede detener la maquinaria bélica y garantizar un futuro de paz para todos los pueblos.