Huracán Beryl: La Urgente Realidad de la Crisis Climática para las Comunidades Vulnerables

por Manuel Colón

El Barrio El Maní en Mayagüez, Puerto Rico después del huracán María (20 de septiembre de 2017).

La semana pasada se registró el huracán Beryl, el primero de la temporada 2024 en el Atlántico. Expertos y científicos informaron que es una anomalía que un huracán se forme en esta parte del Atlántico tan temprano en la temporada. El huracán Beryl dejó estragos en el Caribe, pasando por Jamaica y entrando por la península de Yucatán. En su paso por Houston, Texas, como resultado de la negligencia de la empresa privada, dejó a más de 2 millones de personas sin energía eléctrica, en su mayoría comunidades afroamericanas y latinas. Más allá de que es muy temprano para este tipo de fenómeno, una de las mayores preocupaciones que trajo este huracán fue la velocidad con la cual se desarrolló de tormenta tropical a huracán categoría 4 en un lapso de 24 horas.

Beryl es solo el comienzo. Los científicos han pronosticado una temporada de huracanes violenta y activa, no tanto en cantidad de fenómenos, pero sí en la fortaleza de los mismos. Lo más preocupante de esto, más allá del impacto de ciclones en el Caribe, es que este tipo de fenómeno afecta mayormente a comunidades obreras y empobrecidas. Ya los científicos han dado la señal: en las aguas del mar Caribe y el golfo de México se están registrando temperaturas muy altas para esta fecha, incrementando la posibilidad de tempestades huracanadas más intensas que afectarán a los más desposeídos de nuestra región. Científicos y organizaciones ambientales lo llevan diciendo por años, la urgencia climática es real y no es algo distante que sucederá en el futuro, lo estamos viviendo ahora, y las comunidades más pobres son las que más sufren por la escasez de recursos y el abandono de las instituciones gubernamentales.

En la memoria colectiva de las comunidades en Puerto Rico aún está bien presente la devastación causada por el huracán María en el 2018, y cómo el gobierno tanto federal como estatal, comandado por Trump y Ricky Rosselló respectivamente, dejó al olvido a nuestras comunidades. La negligencia y falta de acción sobre las instituciones, sumado a la pobre infraestructura del sistema energético en aquel momento bajo la administración de la Autoridad de Energía Eléctrica, hizo que 4,645 personas perdieran la vida. La temporada de huracanes en Puerto Rico y el Caribe es de gran preocupación, pero aún con la urgencia climática creada por el calentamiento global, las preocupaciones sobre nuestras comunidades obreras y empobrecidas aumentan, porque son las que más sufren el embate de estos fenómenos naturales.

En el presente, ante la ya pronosticada peligrosa temporada de huracanes, la sociedad puertorriqueña vive a la merced de un ya debilitado sistema energético, ahora en manos de la empresa privada LUMA Energy y Genera PR. Tristemente, es común vivir día a día los apagones y la negligencia criminal de la empresa capitalista LUMA, ante el afán de lucro para la distribución de la energía. Si en el pasado, más de 4,000 puertorriqueñas y puertorriqueños, en su mayoría personas ancianas, con necesidades médicas y en comunidades rurales y marginadas, perdieron la vida después del huracán María, ¿qué podemos esperar con la actual empresa privada y el débil sistema energético? A esto le añadimos el gobierno corrupto y cómplice de la privatización, aliado de la clase rica liderado por Pedro Pierluisi, quien ya ha demostrado su desdén hacia los más pobres y vulnerables de Puerto Rico. Además, al mando de las finanzas de la colonia y su aparato energético está la Junta de Control Fiscal, quienes han sido los gestores de la privatización de la red energética y el asalto a las arcas del fondo gubernamental para entregárselo a los bonistas que vienen a lucrarse de la deuda.

Ante este escenario, ¿verdaderamente creemos que los que comandan el país desde el gobierno y la empresa privada representada por LUMA y Genera velarán por los intereses de la clase trabajadora y sus comunidades? ¿Podemos confiar en que vendrán al rescate de nuestros sectores más vulnerables, como las comunidades en la montaña y el campo? A los políticos de turno como Pedro Pierluisi, ni a Juan Saca, presidente de LUMA, ni a Brannen McElmurray, CEO de Genera PR, les importa la vida de los más pobres y vulnerables de Puerto Rico; lo único que les interesa es llenar sus arcas a cuestas de la salud física, emocional y el trabajo de los que viven en nuestra isla.

Ya quedó demostrado durante la devastación dejada por el huracán María, que la organización espontánea de las comunidades fue la que evitó más muertes trágicas. Usando todos los recursos disponibles en las mismas comunidades y organizando redes de apoyo mutuo y colectivo con organizaciones sin fines de lucro, lograron sobrevivir. Esto es evidencia de que en las propias comunidades, los trabajadores y trabajadoras que las componen tienen el conocimiento de las necesidades colectivas y cómo resolverlas. Tampoco es casualidad que de estas mismas comunidades esté surgiendo la lucha en defensa de nuestros recursos naturales y la protección ambiental, que es el comienzo para discutir cómo se mitigará el impacto de fenómenos naturales más devastadores producto de la urgencia climática que se nos avecina. Hay que comenzar a pensar en la organización de comités comunitarios, donde no solo se identifiquen y mitiguen las problemáticas para evitar que se pierdan más vidas y propiedades por el paso de huracanes, sino también desde estos espacios se debe comenzar a discutir y organizar la lucha contra las privatizadoras como LUMA Energy y Genera. Asimismo, un plan para comenzar a solucionar la crisis climática que ya están viviendo nuestras comunidades en Puerto Rico y el Caribe.

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