Histeria en el mundo por la victoria de Nicolás Maduro en Venezuela

por Bianca Morales

Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, celebra su victoria en las elecciones de 2024. Maduro sonríe y levanta el puño, rodeado de simpatizantes del PSUV con banderas y carteles de apoyo.

Nicolás Maduro celebra su victoria. Este es el momento de formar alianzas políticas verdaderas y autónomas, lejos de los frentes políticos burgueses. En Puerto Rico, debemos aprender de estos ejemplos y construir nuestras propias organizaciones. En Venezuela, confiamos en que la clase trabajadora y los sectores revolucionarios redoblarán esfuerzos organizativos ante los retos venideros.

Foto : PartidoPSUV. (2024). Publicado el 29 de julio de 2024.

El mundo hoy está conmovido con los resultados de las elecciones en Venezuela, que dan la victoria a Nicolás Maduro y al gobierno bolivariano. De un lado y del otro, se señala a los resultados como el producto de una dictadura. Lo cierto es que esta práctica es común en la mayoría de los países dominados por la burguesía. Ejemplos recientes incluyen la victoria de Donald Trump en Estados Unidos en 2020 y las pasadas elecciones en Puerto Rico, plagadas de irregularidades. Ahora, es Venezuela la que enfrenta este escrutinio.

En Puerto Rico, algunos candidatos liberales se alejan ahora de las políticas reformistas que han caracterizado al gobierno de Maduro en cuanto a como se dio el proceso eleccionario, mientras que los más conservadores siguen alineados con líderes y partidos venezolanos que favorecen los intereses de las empresas capitalistas estadounidenses. Esta división política refleja la división de la burguesía en Venezuela, Puerto Rico y en el mundo entero.

Estas dos visiones, sin embargo, siempre ignoran los aspectos de clase que distinguen a la democracia burguesa y sus partidos. La realidad es que la democracia burguesa, representada tanto por liberales como por conservadores, tiene limitaciones y debilidades para la clase trabajadora y el progreso de la humanidad en general.

Defender a un candidato o huirle ahora resulta no solo en un análisis estéril, sino que también revela la hipocresía de los políticos y analistas burgueses. Las elecciones en la sociedad burguesa están siempre amañadas por los intereses de la clase que domina económicamente. No hay nada más clasista que el aparato estatal y gubernamental, que busca democratizar la sociedad cada cierto tiempo.

Ante esta debilidad de la democracia burguesa, mientras la economía sigue en manos de unos pocos, el pueblo se enfrasca en luchas violentas defendiendo a las minorías burguesas divididas en partidos políticos. Después de los resultados electorales en Venezuela, ambos bandos de la burguesía reorganizaran sus diálogos para trazar acuerdos económicos.

El presidente electo, Nicolás Maduro, celebró su victoria anoche, hablando de volver a sentarse con el sector empresarial del país. Esos mismos a quienes critica hipócritamente y acusa de mantener un bloqueo económico en Venezuela. Sin embargo, cuando los sectores obreros revolucionarios piden reunirse con el gobierno, son ignorados y acusados de ser apoyados por el imperialismo estadounidense, cuando en realidad buscan mejores condiciones de trabajo y de vida.

La hipocresía de la clase burguesa y del gobierno bolivariano como líder de la burguesía nacional venezolana es evidente desde hace varios años. Un ejemplo claro es la venta de la televisora Globovisión en 2013. En lugar de nacionalizarla bajo control de la clase trabajadora, se mantuvo privatizada y fue vendida al empresario chavista Juan Domingo Cordero. La nacionalización se viste de hipocresía cuando depende de la clase burguesa para favorecer sus intereses.

Estos ejemplos, junto con la venta del petróleo, el dominio del sector agrícola y el control del comercio, indican que no importa el resultado electoral, Maduro seguirá siendo el intermediario de la burguesía nacional venezolana, mientras que su oposición, representada por Edmundo González, seguirá afiliada a la burguesía nacional vinculada a los intereses imperialistas estadounidenses.

Las irregularidades no surgieron en el resultado de las elecciones, sino antes y durante todo el proceso electoral. No importa quién ocupe la silla en el Palacio de Miraflores, cualquier línea ideológica que imponga una minoría burguesa sobre la mayoría trabajadora demuestra lo obsoleto de la democracia burguesa y sus elecciones.

Estas irregularidades, comunes en los estados capitalistas, nos mantienen a raya, eligiendo siempre al menos malo que nos represente en las contiendas burguesas. Lo que representará un verdadero avance será cuando logremos formar organismos políticos de la clase trabajadora, independientes de estos partidos burgueses.

Solo desde allí podremos concretar alianzas políticas verdaderas, no subordinadas a las traiciones de frentes políticos absorbidos por la política burguesa ante la falta de unidad obrera y programas revolucionarios de la clase trabajadora. En Puerto Rico falta mucho por recorrer y estos indicadores de partidos reformistas en el poder deben servirnos para no depender de sus representaciones y comenzar a construir nuestras propias organizaciones.

En cuanto a Venezuela, confiamos en la conciencia y organización política que la clase trabajadora y sus sectores revolucionarios han ido adquiriendo, para redoblar esfuerzos organizativos en los próximos seis años de grandes retos que se avecinan.

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