Gentrificación: el rostro cruel del capitalismo que nos despoja

Por Isabelino Montes

La gentrificación es más que un término; es una herramienta del capitalismo que despoja a la clase trabajadora de su lugar en el mundo. Este proceso, que se presenta como una "revitalización urbana," esconde una cruda realidad: el desplazamiento sistemático de las familias trabajadoras y la destrucción de comunidades enteras. Desde que la socióloga británica Ruth Glass acuñó el término en los años 60, la gentrificación ha sido el rostro visible de una lógica capitalista que prioriza el lucro sobre la vida.

Bajo el capitalismo, la tierra es un medio de producción privatizado que genera riqueza para unos pocos y miseria para la mayoría. Este régimen económico ha evolucionado desde la propiedad comunal de la tierra en las sociedades primitivas hasta la mercantilización absoluta del suelo en el capitalismo. A lo largo de la historia, el control de la tierra ha servido para dividir a la sociedad en clases, beneficiando siempre a quienes dominan el poder económico.

Hoy, el mercado de bienes raíces es uno de los principales mecanismos de acumulación de capital. Los capitalistas compran propiedades no para habitarlas, sino para especular con su valor, que aumenta gracias a procesos como la gentrificación y la creciente demanda de espacios urbanos. Mientras tanto, las clases trabajadoras enfrentan alquileres impagables y costos de vivienda que superan sus ingresos. El resultado: comunidades desplazadas, migraciones forzadas y una pérdida irremediable del tejido social.

En Puerto Rico, esta dinámica es evidente. El Índice de Vivienda Asequible cayó del 70% en 2023 al 54% en 2024, reflejando que más de la mitad de las familias no tienen los ingresos necesarios para adquirir una vivienda. Entre 2023 y 2024, el precio promedio de las casas aumentó un 25%, alcanzando los $224,484, mientras los salarios permanecen estancados. Este panorama es insostenible para la clase trabajadora, que no solo enfrenta un problema de vivienda, sino también de supervivencia.

No se puede hablar de gentrificación sin analizar la estructura económica que la impulsa. El capitalismo necesita hacer circular el dinero y lo hace mediante la especulación inmobiliaria. Mientras los bancos se enriquecen con intereses y créditos, y los grandes inversionistas multiplican su capital, los trabajadores son relegados a la periferia, expulsados de sus comunidades y, en muchos casos, de su país.

El caso de Puerto Rico es paradigmático. Las leyes 20 y 22, ahora ley 60, fueron diseñadas para atraer capital extranjero, han convertido a la isla en un paraíso para millonarios mientras condenan a su población a un éxodo forzado. Sin embargo, la resistencia está germinando. Es urgente que la clase trabajadora organice comités en barrios y centros laborales para combatir estas políticas y proponer soluciones reales: derogar leyes que favorecen a los ricos, incentivos para adquirir viviendas dignas para trabajadores/as, aumentar los salarios, eliminar el trabajo subcontratado y destinar los ingresos del turismo a proyectos productivos estatales en manos de los trabajadores.

La vivienda es un derecho, no un privilegio. Enfrentar el problema de la gentrificación exige un cambio estructural que ponga fin al dominio del capital sobre nuestras vidas. Solo a través de la lucha organizada podremos recuperar nuestras comunidades y garantizar un futuro digno para la clase trabajadora.

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