Finaliza la huelga en los puertos de EE.UU.: Una lección importante para la clase trabajadora
Por Bianca Morales
Como se anticipaba, la huelga de los trabajadores de los puertos del este de EE.UU. ejerció la presión necesaria a las empresas capitalistas, y finalmente, llegaron a un acuerdo. Este movimiento demostró una vez más que la clase trabajadora, en su constante lucha por mejorar sus condiciones de vida ante la explotación capitalista, debe sacar las agallas para reconocer su fuerza. En menos de una semana, los capitalistas de diferentes sectores pusieron el grito en el cielo.
Las imágenes de grandes empresas con escasez de productos, así como la industria farmacéutica que recibe y distribuye sus mercancías a través de los puertos de Baltimore y Nueva York, entre otras áreas, estancaron las ganancias capitalistas y sirvieron como palanca de tranque para sentarse a negociar con los trabajadores. Este hecho destaca como un ejemplo de acción efectiva para la conciencia de lucha de la clase trabajadora.
En efecto, la huelga fue positiva por la gran importancia que ejercen esos trabajadores y trabajadoras en esa área de producción, de la cual depende todo el proceso de creación y circulación de mercancías. Esa línea de circulación no se puede detener. Su interrupción genera una crisis tan grande en la distribución de mercancías al capital que estos buscan cualquier mecanismo para detenerla.
Recurrieron inmediatamente a Biden, quien no dudó en atender la situación ante las peticiones, ya que también se puso en riesgo a un sector capitalista que domina la política bipartidista de EE.UU.: los empresarios de la guerra.
Estos puertos brindan servicio a los barcos de MLC (Military Sealift Command), que son los barcos de marina mercante que llevan las armas a las guerras, especialmente desde Baltimore. Una paralización prolongada afectaría directamente a la industria militar en medio de las guerras de Ucrania y Medio Oriente, que EE.UU. apoya con el suministro y venta de armas.
Esto último fue lo que realmente hizo mover a Biden, además de que históricamente el Partido Demócrata tiene vínculos con la burocracia del liderazgo sindical de la Asociación Internacional de Estibadores (ILA). Harold Daggett, líder del sindicato, ha mantenido una relación con el Partido Demócrata. Bajo su liderazgo, el sindicato ha donado millones a los demócratas, y él mismo apoyó a Joe Biden en 2020.
En resumen, el aspecto de la guerra y la presión capitalista fueron indicadores centrales para negociar. Si no se llegaba a un acuerdo, se ponían en riesgo las elecciones a favor de los demócratas, perdiendo tanto a capitalistas como a la burocracia sindical, que aporta grandes sumas de dinero a sus campañas.
Este viernes, los estibadores volvieron a sus puestos de trabajo con los acuerdos que logró el sindicato para extender el contrato que tenía con la Alianza Marítima de los Estados Unidos, el grupo de gestión conocido como USMX, que representa a las líneas navieras, operadores de terminales y autoridades portuarias. Este acuerdo, que había expirado al final del lunes, se extenderá hasta el 15 de enero de 2024. Hubo alegaciones de que los trabajadores lograron un acuerdo salarial, que aunque no fue el esperado, sí fue mayor que la primera oferta. Esta información aún no ha sido confirmada por el sindicato.
En los puntos de fricción, los capitalistas dejan a la masa de empleados nuevos sin un futuro firme sobre sus salarios. Este punto de fricción es la remuneración de los estibadores con contratos nuevos, que ganan $20 dólares la hora, un salario que no alcanza para vivir en EE.UU. Era uno de los sectores de los trabajadores más afectados que estuvieron en la línea de piquete durante la huelga.
A pesar de los acuerdos adquiridos, que son muy valiosos específicamente para los trabajadores y trabajadoras con más años de servicio, queda mucho por conseguir, especialmente para esa gran masa de nuevos empleados y empleadas que aún enfrentan salarios desfavorables para poder subsistir en EE.UU. Casi siempre son los trabajadores nuevos quienes se mantienen a raya de ser beneficiados y quedan en la incertidumbre para planificar su futuro.
Esta victoria a medias representa un indicador más grande de la necesidad de llevar la lucha sindical a un panorama político. Se debe luchar para que esas relaciones inevitables entre el capital y el trabajo asalariado no dejen atrás a una parte de la masa obrera. El desarrollo capitalista mira hacia el futuro para reducir costos de producción y no considera el corto plazo. Esto cumple con la necesidad de preparar las bases para el futuro de extracción de fuerza de trabajo y perpetuar la productividad. Es la lógica del capital, y sus tácticas en las negociaciones van en esa dirección.
No se aseguró nada para abordar el proceso de automatización, por lo que los trabajadores del futuro inmediato, es decir, los nuevos, quedan vulnerables ante la perpetua necesidad del capital de ser aún más competitivos en el mercado capitalista, a costa de desvalorizar la fuerza de trabajo de aquellos que no están asegurados en los acuerdos.
A pesar de los aciertos y desaciertos, esta jornada de huelga puso de manifiesto la ardua tarea que tiene la clase trabajadora en la lucha política. Primero, luchar dentro de nuestras organizaciones obreras para que estas no respondan al oportunismo político de la burguesía; segundo, seguir arrancando avances en la lucha directa contra el capital, logrando aumentos salariales que incluyan a todos según la necesidad; tercero, el reto de fomentar la solidaridad internacional de la clase obrera, uniéndonos a luchas más grandes para meter presión y detener las guerras imperialistas; y por último, esta gran jornada de lucha logró exponer ante el mundo para quién está inclinada la democracia en EE.UU., con la verdad del orden jurídico diseñado a imagen y semejanza de los capitalistas, como lo representa la Ley Taft-Hartley, que está hecha para debilitar la huelga. Biden no la usó, y sabemos por qué no lo hizo: gracias a sus comunicaciones directas con el sindicato. Pero, ¿cuándo no se tenga esa comunicación, dónde queda la lucha de la clase trabajadora?
En este sentido, la clase trabajadora no puede enfocarse solo en aspectos inmediatos que dejen partes del aparato vivo para perpetuar, de igual o peor forma, cualquier intento de la clase trabajadora por reclamar mejores condiciones de vida. Es importante la organización política independiente de la clase obrera fuera del bipartidismo, con el propósito de formar un programa político que busque erradicar leyes como la Taft-Hartley, que fomente la solidaridad política de los trabajadores a nivel internacional y que logre constituir, en estas coyunturas, una fuerza política permanente en contra del bipartidismo político estadounidense.