Elon Musk: El multimillonario que compró la presidencia de Trump y ahora quiere que la clase trabajadora pague la factura

Por Manuel Colón

Elon Musk, el hombre más rico del mundo, ha demostrado que el poder económico no solo compra influencia, sino gobiernos enteros. Con una inversión de $200 millones en la campaña de Donald Trump, Musk no buscaba un cambio para el pueblo, sino consolidar el poder de su clase: la élite multimillonaria que saquea a la clase trabajadora. Este respaldo no fue un acto de altruismo, sino una jugada estratégica para garantizar recortes fiscales y políticas que beneficien a los ricos mientras el pueblo sufre.

Bajo el mandato de Trump, los millonarios como Musk celebran mientras la clase trabajadora paga la factura. Recortes a programas sociales, subsidios de vivienda y beneficios por desempleo son parte de un ataque frontal contra los sectores más vulnerables. Mientras tanto, el presupuesto militar sigue intacto y las corporaciones del complejo industrial-militar, incluidas Tesla y SpaceX, siguen recibiendo generosos subsidios pagados por el pueblo. Esta es la verdadera cara del capitalismo: proteger el lucro de unos pocos, sacrificando el bienestar de la mayoría.

El supuesto “Departamento de Eficiencia Gubernamental” (D.O.G.E. por sus siglas en inglés) no es más que una fachada para desmantelar lo poco que queda del estado de bienestar. Con el pretexto de optimizar recursos, buscan destruir programas esenciales, profundizando la pobreza, la desigualdad y la precarización. La “eficiencia” que promueven es una trampa: quieren un gobierno eficiente en saquear a la clase obrera y subsidiar a los multimillonarios.

La guerra de clases: camuflada de política fiscal

No nos engañemos. Lo que Trump y Musk presentan como ajustes presupuestarios son ataques diseñados para intensificar la explotación de la clase trabajadora. No buscan reducir la deuda nacional ni mejorar la calidad de vida del pueblo; su único objetivo es maximizar sus ganancias. Compran el poder político, manipulan la democracia burguesa, y luego imponen su agenda, dejando a la clase trabajadora en la miseria.

Mientras tanto, las elecciones en EE. UU. se han convertido en un espectáculo grotesco. Un lado presenta a Trump y Musk como salvadores de la clase trabajadora, mientras que el otro justifica los abusos de poder de Biden, como el indulto a su hijo Hunter. Este caso expone cómo tanto republicanos como demócratas solo protegen sus propios intereses. Hunter Biden, acusado de delitos graves como posesión ilegal de armas y evasión contributiva, no enfrentará consecuencias reales gracias a su apellido y a la corrupción del sistema.

Biden o Trump, el resultado es el mismo: los ricos ganan, la clase trabajadora pierde. No podemos esperar soluciones de una democracia diseñada para servir a los multimillonarios. La clase obrera debe comprender que el verdadero enemigo es el poder económico que controla la política, no las promesas vacías de campaña.

¡La clase trabajadora debe actuar!

No podemos esperar más. Es hora de organizarnos y construir una alternativa política que represente verdaderamente los intereses del pueblo trabajador. La lucha por la justicia social y económica no se ganará en las urnas controladas por la burguesía. Se ganará en las calles, en los sindicatos, en la organización desde las bases.

¡No más privilegios para los ricos a costa del pueblo trabajador!

¡Es hora de transformar esta sociedad en beneficio de la mayoría y romper con la farsa electoral burguesa!

¡Solo la clase trabajadora organizada puede construir una verdadera democracia popular!

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