El tema sigue: Desmitificando la relación de Dalmau y el PIP con el Socialismo
Por Isabelino Montes
En una sociedad que aspira a un desarrollo auténtico y justo, es imprescindible que nos alejemos del desprecio a la verdad y a la inteligencia colectiva. Un análisis profundo y honesto de nuestra historia política, especialmente desde la perspectiva de la clase trabajadora, es necesario para erradicar las mentiras que nos han mantenido estancados en debates superficiales y, a menudo, desinformados. La narrativa de que el Partido Independentista Puertorriqueño (PIP) y su actual líder, Juan Dalmau, son socialistas y comunistas no es más que otra distorsión histórica.
El rol de los medios revolucionarios, en este contexto, debe ser el de proporcionar a la clase trabajadora las herramientas intelectuales para liberarse de las cadenas de la ignorancia impuestas por los partidos tradicionales, como el PNP y el PPD. La afirmación de que Dalmau y el PIP son socialistas o comunistas no resiste el más mínimo escrutinio histórico.
Fundado en 1946, el PIP defendía la independencia de Puerto Rico desde una perspectiva institucional y parlamentaria, utilizando métodos democráticos tradicionales y participando en elecciones. Aunque el partido siempre ha abogado por la soberanía puertorriqueña, su enfoque ha sido nacionalista, no socialista. La distancia entre el PIP y el socialismo se hizo aún más clara en la década de 1970, cuando el ala socialista del partido se separó, dando lugar al nacimiento del Partido Socialista Puertorriqueño (PSP) bajo el liderazgo de Juan Mari Brás.
El PSP, a diferencia del PIP, adoptó una postura marxista-leninista, abogando por una transformación socialista que no solo buscaba la independencia de Puerto Rico, sino también la erradicación del capitalismo. Esta diferencia ideológica entre los dos partidos ha sido evidente desde sus inicios, y la afirmación de que el PIP es o ha sido socialista carece de fundamento.
Es cierto que las bases trabajadoras del PIP han estado más vinculadas con las ideas del socialismo que los líderes del partido. Incluso, en la década de 1970, el líder del PSP llegó a obtener un escaño en la legislatura puertorriqueña, lo que reflejaba el respaldo de una parte significativa de la clase trabajadora a las ideas socialistas. Sin embargo, los líderes del PIP, como Rubén Berríos, siempre mantuvieron una postura más nacionalista.
La simpatía del PIP por la Unión Soviética, por ejemplo, no se debió a una adhesión al socialismo, sino a que la URSS apoyaba los movimientos de liberación colonial en todo el mundo, incluyendo Puerto Rico. Esta postura no implica que los líderes del PIP fueran socialistas, sino que simplemente reconocieron a la URSS como un aliado en la lucha por la soberanía nacional.
Rubén Berríos y el PIP siempre priorizaron la independencia de Puerto Rico desde una perspectiva legalista y electoral. No se basaban en una crítica al capitalismo ni en entablar su posición central en la lucha de clases. En contraste, los socialistas del PSP y otros grupos veían la independencia como un objetivo inseparable de la revolución socialista, la lucha de clases y la abolición del capitalismo. Esta diferencia ideológica fue uno de lo puntos centrales que provocó la ruptura entre el PIP y los socialistas en los años 70.
El hecho de que Dalmau sea honesto sobre su postura independentista no lo convierte en socialista. El PIP ha sido, históricamente, un partido nacionalista moderado, cuyo enfoque se centra en la independencia política, no en una transformación radical de la estructura económica. Sus líderes, lejos de ser socialistas, han defendido una lógica reformista dentro de los márgenes del capitalismo.
El peligro de perpetuar estas acusaciones radica en fomentar el desconocimiento de nuestra historia política. La narrativa promovida por los partidos tradicionales, como el PNP y el PPD, intenta ocultar un análisis crítico de la evolución política de Puerto Rico. Al clasificar erróneamente al PIP como socialista o comunista, se diluye la verdad y se contribuye a la confusión de la clase trabajadora, que sigue buscando respuestas claras y honestas sobre su pasado y su futuro.
En resumen, ni Dalmau ni el PIP son socialistas o comunistas. La historia lo demuestra. La lucha por la soberanía de Puerto Rico, aunque legítima y necesaria, ha sido liderada por un partido que, aunque comprometido con la independencia, no ha adoptado las ideas revolucionarias del socialismo. La clase trabajadora merece un análisis honesto y profundo de su historia, libre de las distorsiones promovidas por los partidos dominantes.