Bad Bunny y Juan Dalmau: ¿Comunistas o Ataques de la Manipulación Electoral?

Por Bianca Morales

Bad Bunny lo acusan de comunista por quejarse del proceso electoral en Puerto Rico

Benito Martínez Ocasio: Es absurdo que ahora los mismos partidos que llaman comunista a Juan Dalmau, también lo hagan con Bad Bunny, un artista millonario que canta sobre la ambición y los lujos que alimentan la desigualdad en el capitalismo, bajo la idea de que cada uno tiene derecho a explotar al otro si es fruto de su "esfuerzo individual".

Las redes sociales, como parte del orden social controlado por la burguesía, se han convertido en un hervidero de debates a medida que se acercan las elecciones en Puerto Rico. En estos momentos, los temas que importan realmente sobresalen, dejando en segundo plano los contenidos triviales. Cada cuatro años, la atención se centra en las campañas electorales de los partidos burgueses, exponiendo la debilidad democrática del capitalismo. Este sistema tiende un toldo que oculta la realidad de la explotación económica, permitiendo que una ínfima minoría viva del trabajo de una vasta mayoría. La democracia en esta sociedad es tan débil que solo durante estos períodos electorales, el interés de las mayorías trabajadoras por la política se hace visible, lo cual es una debilidad que debemos superar, pero primero, debemos entenderla dentro del contexto actual de Puerto Rico.

Este fin de semana, el exponente musical más influyente en la juventud, Bad Bunny, hizo declaraciones que resonaron profundamente en la sociedad: los partidos tradicionales PNP y PPD ya no representan un progreso para Puerto Rico. Esta es una verdad innegable, aunque estos mismos partidos intentan ocultarla y aferrarse al poder mediante la creación de dudas y distracciones. En lugar de atacar los argumentos presentados, han recurrido a críticas patéticas, señalando que Bad Bunny puede expresarse de esa manera porque está en territorio estadounidense, no en Cuba, Venezuela, o Nicaragua.

Estos partidos son tan tradicionales y obsoletos que, al igual que consideran comunista a Juan Dalmau, ahora también piensan lo mismo de Bad Bunny. Es irónico, considerando que Bad Bunny es un multimillonario que canta sobre la ambición desenfrenada del dinero y los lujos que representan la desigualdad social, justificada en el capitalismo bajo la premisa de que cada individuo tiene derecho a explotar a otro si lo hace a través del gran esfuerzo individual por que se lo gano trabajando duro.

La respuesta a estas declaraciones ha sido la proliferación de teorías de conspiración absurdas en programas de televisión y en las redes sociales, simplemente porque artistas se atreven a hablar de lo que ya no puede ser ignorado. Esta realidad innegable es llamada dictadura por los partidos tradicionales, que prefieren que permanezca oculta. ¿Qué tipo de democracia es aquella que no reconoce la necesidad de cambiar y avanzar hacia una vida más justa? ¿Qué democracia es aquella que oculta la corrupción y el abandono de los servicios sociales esenciales? ¿Con qué moral política nos atrevemos a compararnos con otros países?

Este acto de desesperación por parte de un sector político evidentemente obsoleto no solo es ridículo, sino también peligroso, ya que perpetúa el embrutecimiento de la población. Programas como "La Comay", con su conocida vinculación al PPD y PNP, se burlan de la inteligencia del pueblo, tergiversando la historia y equiparando procesos históricos de liberación nacional de manera absurda. Es nuestro deber, como clase trabajadora consciente, analizar cada contexto histórico en sus particularidades y no dejar que nos confundan con comparaciones sin sentido.

Volviendo a lo concreto: ni Juan Dalmau ni Bad Bunny son comunistas. Bad Bunny, con su vida profundamente arraigada en la industria capitalista de la música, difícilmente tiene en mente el socialismo o el comunismo. Asimismo, Venezuela y su dirigente Nicolás Maduro no son comunistas. De hecho, han desaparecido comunistas y obreros revolucionarios, censurando al Partido Comunista de Venezuela (PCV) en las elecciones y persiguiendo a sus miembros. Juan Dalmau es un socialdemócrata, y su postura no tiene nada que ver con el socialismo revolucionario al que la burguesía tanto teme, ya que este último aspira a la toma del poder por parte de la clase trabajadora. La socialdemocracia, históricamente, ha traicionado a los movimientos obreros, como lo demostró el asesinato de la líder revolucionaria Rosa Luxemburgo por la socialdemocracia alemana.

Es crucial que la clase trabajadora comprenda que ni Juan Dalmau ni la Alianza MCV-PIP son comunistas, y que esta es otra mentira más replicada por políticos conservadores y la política burguesa en general. Cuando se plantean cuestiones que implican que la gente comience a internalizar la posibilidad de una democracia obrera, surge el miedo y las mentiras de la clase dominante. Para entender mejor, debemos remontarnos a los clásicos marxistas-leninistas que hablaban claramente del asunto, como Lenin, quien criticaba la democracia capitalista como una fachada que oculta la dictadura de la burguesía, afirmando: "Bajo el capitalismo, la democracia siempre está limitada, truncada, falseada por las condiciones de la explotación capitalista y, por tanto, sigue siendo una democracia para los ricos."

Marx y Engels, en el *Manifiesto del Partido Comunista*, también señalaron cómo la democracia burguesa sirve para mantener el poder de la clase capitalista: "El gobierno del Estado moderno no es más que un comité que administra los asuntos comunes de toda la clase burguesa."

Estas posturas marxistas-leninistas son contrarias no solo a las de Dalmau y Bad Bunny, sino también a las de Nicolás Maduro y el PSUV, que han perpetuado el poder de la burguesía y perseguido a la clase trabajadora. A diferencia, estas posturas critican la democracia burguesa como un sistema que perpetúa la explotación y abogan por una forma de democracia que realmente sirva a los intereses de la mayoría trabajadora, en lugar de a los de una minoría capitalista.

No nos dejemos engañar por aquellos que siempre nos han mentido. Aunque Dalmau tiene propuestas para abordar los problemas inmediatos de corrupción y abandono administrativo, debemos entender que se enfrentará a un monstruo político regido por la burguesía. Este monstruo ya le está poniendo obstáculos, incluso sin ser él un revolucionario. Cuando choque con este aparato, los capitalistas lo pondrán de rodillas. Por ello, es vital que la clase trabajadora tome conciencia de su responsabilidad histórica de emanciparse de la burguesía y construir una democracia al servicio de sus propios intereses como clase

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